Un estudio publicado en Nature ha descubierto hallazgos sorprendentes sobre el papel de la fauna en el ciclo del carbono de un ecosistema. Los autores* piden incluso un cambio en la visión actual: “Las soluciones climáticas naturales actuales se centran en proteger y restaurar las plantas (especialmente los árboles, manglares y praderas marinas), así como los microbios del suelo y los sedimentos de los ecosistemas”. Abogan por una nueva concepción que también contemple el papel que desempeña la fauna en el almacenamiento de carbono, puesto que el impacto parece ser enorme; no sólo en los bosques sino también en los océanos. En palabras de uno de los autores: “Restaurar, reintroducir y mantener el papel funcional de las especies vertebradas e invertebradas puede cambiar el clima, pues aumentaría la absorción de carbono en los ecosistemas del mundo entre 1,5 y 12,5 veces, en algunos casos dicha absorción sería incluso superior”, afirma el profesor Oswald Schmitz, de la Escuela de Medio Ambiente de Yale.
Pero, ¿cómo es posible que un ecosistema con fauna salvaje pueda almacenar hasta 12,5 veces más carbono que sin la misma?
Una cosa está clara: la razón no es el almacenamiento de carbono de la fauna per se, dado que la fauna silvestre contiene sólo el 0,3% del carbono almacenado en la biomasa en todo el mundo.
La clave de esta cuestión radica en el papel que desempeñan los animales en un ecosistema. Y es que los animales salvajes prestan multitud de importantes servicios dentro de un ecosistema; por ejemplo, dispersan semillas que facilitan la germinación de los árboles. La presencia de herbívoros reduce la competencia de las plantas y el riesgo de incendios forestales porque el sotobosque se mantiene bajo control. Y por último, pero no menos importante, mejora el aporte de nutrientes al suelo. Sin embargo, los animales carnívoros también realizan una importante contribución: los herbívoros evitan aquellas zonas en las que los depredadores habitan, por lo que la vegetación puede regenerarse de forma natural. Esto proporciona a los árboles jóvenes un tiempo valioso para su crecimiento.
Este conjunto de factores benefician el almacenamiento de carbono orgánico, que es muy superior en un ecosistema con vida salvaje…
Así que el secreto está en la función de los animales en el ciclo del carbono. Es como un impulso extra, un refuerzo: es la presencia de vida salvaje lo que hace que un ecosistema rinda al máximo. Esto es válido tanto para los bosques como para los océanos.
El término científico es ACC: animación del ciclo del carbono.
Este estudio también es una buena noticia para muchas organizaciones dedicadas a la renaturalización.